jueves, 2 de abril de 2009

PURA VIDA

Ayer mientras cosechaba una de mis plantas que cuide durante seis preciados meses, pude darme cuenta el amor que existía en ese acto. Yo le sacaba cuidadosamente las hojas, con mucha precaución y cariño, y ella estaba dócil a que yo realice mi tarea de dejarla bonita.
Día tras día la regué, le saque las hojas secas, le hablé, le puse buena música. Cuide de que ninguna plaga, ni insecto la ataque.
Todo ese trabajo y dedicación esta en el tramo final, que bello aroma, que preciosa figura. Lo más lindo es el acto de amor puro que se da en una semilla que germina, le di vida, creció y cuide de ella en todo este tiempo hasta la madurez, lista para ser cosechada.
En todo el proceso, tuvimos momentos de esplendor y de dejadez, olvide de regarla y de darle atención varios días y ella me lo hacia saber con sus hojas caídas y sin fuerza. También supo regalarme por las mañanas rico aroma y belleza coreográfica con sus hojas de ese verde potente y su corpulento despliegue de vitalidad.
Todos esos momentos generaron que hoy estemos en este estado idílico.
Me da mucha felicidad poder permitirme este amor con otro ser vivo, puro, sin prejuicios, sin histerias, sin celos, sin rencores, ni sexualidad.
Que precioso y gratificante es dar vida y dar amor. Todo eso vuelve y con más fuerza.
Vivir esta experiencia me enseño lo placentero de dar vida, de cuidar y de dar amor.
Es increíble que algunos criminalicen un acto tan noble y educativo. Seguro si muchos más hiciéramos esto el mundo andaría menos torcido. Y el amor no estaría tan reprimido a la sola idea de expresarlo con otro ser humano.
Regalemos vida y amor, que en ese simple hecho existe plena felicidad.
Ahora mi bella planta, me regalara su amor en forma de flor y seguro me dejara sonriendo y en sintonía con la belleza y la vibración del cosmos.

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