sábado, 9 de octubre de 2010

COMO MEDIMOS LA FELICIDAD

Es muy difícil, estar siempre conciente de que la vida es un breve soplo en el aire. Es realmente muy breve, como para andar desperdiciándola sin algún sentido.
Solamente un loco no se daría cuenta de lo pasajera de la vida, que juntar billetes y oro, no compraran el tesoro más lindo de todos, de tener la mente en paz. El espíritu libre, la conciencia tranquila, en paz con la vida.
En una sociedad de consumo, como en la que vivimos, la felicidad se mide en que poder de consumo tenemos, en cuan grande es nuestra capacidad de adquirir productos superficiales y que nos hacen cada vez más sedentarios. La carrera y competencia del consumo, en una sociedad en la cual la mirada del otro es la que posee el valor, encarnamos esa batalla para poseer todo cuanto podamos. El valor de nuestra propia mirada, va quedando en el olvido, entonces aparecen los problemas de autoestima y de perdida del propio valor.
La felicidad, se sabe, no existe como estado total o permanente. Entonces deberíamos preguntarnos, cuantos momentos de dicha hemos tenido últimamente, cuanto provecho sacamos de ellos.
Preguntarnos también, como medimos nuestra felicidad (dicha), y repasar que cosas nos arrebatan una carcajada incontenible y que cosas nos dibujan una sonrisa serena y placida.
La vida sin momentos de locura carece de sentido, los quiebres de cintura en la vida, traen ese riesgo de buscar agitar las aguas. Sacarnos de encima la pereza y conformidad, provocar al destino. Me parece absurdo solo estar reproduciendo el sistema: trabajar 50 años de lo mismo, con un mes para disponer de nuestro deseo al año (con mucha suerte), después jubilarse sin capacidad física y económica para hacer mucho, y entonces dejamos lugar a una nueva generación que viene a ocupar nuestro lugar y volver a repetir el ciclo. Así, somos engranajes en este inmenso sistema. En el cual no nos preguntamos mucho, solo seguimos la línea marcada.
Escuchar y escucharse, ser y reconocerse, cuestionar, cambiar, indagar, profundizar. JUGAR. DIVERTIRSE, REIR, DISFRUTAR, GOZAR. Todo eso suena a felicidad, o por lo menos a dicha y pocas cosas valen más que ser dichoso. Parafraseando a un slogan de una de las empresas más capitalistas y de consumo que existen en el mundo. Cambio el valor de dicho slogan HAY COSAS QUE EL DINERO NO PUEDE COMPRAR (eso es lo más valioso de todo) PARA TODO LO DEMÁS, es solo tomar el camino fácil y sin sentido de ser un ladrillo más en la pared de este sistema tan pero tan absurdo, frustrante y aburrido.