Así podemos pensarnos y decidir: cómo, de qué y porqué vamos a vivir. Que pulsiones dejaremos que nos muevan, cuales utopías, y cuales deseos.
Y la experiencia tanto propia, como grupal e histórica, nos seguirá moldeando y desafiando.
Sin duda no hay mejor actividad que vivir tu propia vida, según tus deseos y tus ideas, que iran evolucionando conforme a la capacidad de comprensión de las experiencias. Y al coraje de defender el producto de lo pensado, también a la apertura en reconocer errores, que como se sabe son los de mayor riqueza analítica.
Librarnos de toda carga ajena a nuestro parecer y sentir. Si las ideas y deseos motores, son los que logran conmovernos.
La vida, fugaz, nos obliga a repensarnos, a preguntarnos en que ponemos energía y en que dedicamos nuestro enfoque.
¿Qué mueve a tu mundo?, ¿qué cosas te apasionan?. ¿Cuál es el motor de tu existencia?
Nadie es del todo bueno o del todo malo, todos somos a veces encantadores y a veces miserables. Somos dualidad.
Y en cuestionarnos, en contradecirnos, en interpelarnos esta lo interesante.
Es bueno pensarlo, analizarlo, entenderlo e ir evolucionando
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